viernes, 11 de junio de 2010

Sueña un pequeño sueño...


Casi nunca sueño, o no puedo recordar lo que sueño, pero la otra noche fue diferente, desperté como las tres y media de la madrugada, dormite hasta las cuatro, me levante al baño y dormite hasta las cinco, me fume un cigarro, abrazado y acariciado por mi mujer caí en sueño de nuevo, el sueño fue el siguiente:

Íbamos en el auto de un amigo camino a la playa, llegamos donde habían un montón de cabañas, mucha arena blanca y agua cristalina, me bajo del auto y corro por la arena hasta llegar a un roquerío, entre las rocas como un río, corría agua formando grandes pozones, me lanzo al agua y empiezo a nadar, avanzando cada vez en las rocas hasta llegar a una gran roca plana, donde me tiendo a tomar el sol, me seco y me sumerjo una vez mas en el agua cristalina, siento una gran paz en el agua y nado hasta quedarme dormido en el agua y boca abajo.

Despierto siendo de noche con el sabor del agua en mi boca, pero algo pesa en mi espalda, una niña pequeña, blanca como el sol, desnuda con su pelito mojado, debe tener como cinco o seis años, al principio pensé que estaba muerta, pero la niña se mueve, y respira, mi mirada hacia ella es de ternura, casi protectora, con mucho cuidado de no despertarla la pongo en la gran roca plana, y la dejo durmiendo para devolverme nadando hasta donde llegue al principio, noto que mi amigo y su auto no estaban, saco mi celular que estaba en mi bolsillo, que a pesar del agua, funciona, lo llamo preguntándole por mis zapatillas, ya que no se por que, pero no tenia las mismas con las que había llegado, el me dice que están en el asiento de atrás, pero esta muy lejos para ir a buscarme, así que me pongo a caminar. Era de noche, las luces amarillas iluminan la población donde me meto, la gente me mira, muros altos y grises adornar la rayada población que atravieso sin miedo de que algo me pase, camino hasta que se hace de día.

Entro en la ciudad donde sabia que una tía tenia un departamento, atravieso una ciudad muy bella, una mezcla entre Antofagasta y Valparaíso, con muchos colores, un día claro, típico del verano, pero no hace calor, se siente en el aire la brisa del mar, la gente feliz pasea por las plazas, se donde me dirijo, busco el edificio donde vivía mi tía, lo encuentro y voy hacia el.

En el lugar había toda clase de personas de todas las etapas de mi vida, compañeros de colegio, amigos, personas que solo vi una o dos veces, mi familia casi completa, primos, primas, tíos y tías, mi madre y mi esposa Samanta, todos hablan, todos ríen, me siento a gusto, me siento feliz, me meto al baño para darme un baño, la ducha estaba rota así que tengo que tener cuidado, por que el agua salta para cualquier lado, me desnudo y me empiezo a bañar, cuando noto que todo el ruido que hacían toda la gente que allí estaba, ceso, el miedo invade mi cabeza, siento un golpe enorme al edificio, tanto así que desencaja el departamento donde estábamos, veo grietas en el techo y polco en el aire, el ambiente se pone tenso en un segundo, me pongo la polera y salgo a mirar que había pasado, cuando por la ventana veo una ola gigante que nos golpea, el agua rápidamente llega hasta el segundo piso, era imposible ver el suelo, a pesar de que el agua es muy clara, la gente, los autos, todo flotaba con gran y estruendosa fuerza, luego en el horizonte veo una ola mas grande aun que la anterior, se acerca velozmente por la línea del horizonte, me invade el miedo, trato de buscar a Samanta, la veo al borde de la ventana, yo estoy parado en la puerta mas lejana a las ventanas, puedo ver a todo el mundo parado sin reaccionar, todos atónitos mirando la gran ola acercarse, les grito a todo el mundo –CIERREN LAS VENTANAS!!!, pensando que eso podría evitar que el agua entre, avanza y avanza hasta golpearnos, siento tan fuerte el golpe que saca el cuarto donde estoy, desencajándolo del resto del edificio, los muros se rompen y el agua se lo lleva, a mi y a los ocupantes flotando por la ciudad, mientras el agua destroza todo a su paso, matando gente y derrumbando edificios uno tras otro, la gran ola avanza con nosotros encima por la ciudad, que esta llena de subidas y bajadas, la ciudad muere lentamente.

Flotamos por horas hasta llegar con el agua muy disminuida hasta las cercanías de un lago, un sauce enorme se ve junto a un camino de tierra que el agua no alcanzo a mojar, mi primo, mi hermano y yo, nos vamos de ese lugar de vuelta al departamento, o al resto de el, mi madre, mi esposa y una tia se quedan, no pueden acompañarnos al lugar donde yo pensaba podríamos encontrar algo que nos sirva, ya sea alimento o herramientas, por que pensé que después de la gran ola y la destrucción vendría una gran escasez. Luego de caminar los tres por horas por ese camino de tierra, nos encontramos con una gran duna, el día estaba oscuro, tanto que los sobrevivientes que trataban de escalar esa duna lo hacían con linternas, tengo esa imagen de la gente escalando iluminando su camino, como hormigas en una enorme duna negra, miles y miles tratando de llegar al otro lado sintiendo miedo e incertidumbre, por un instante me siento cansado pero seguimos escalando entre la gente, que era mucho mas lenta que nosotros, al otro lado de la duna se alzaba un gran puente lleno de autos parados imposibles de avanzar, un montón de gente nerviosa, herida y excitada, todos tratando de entrar a la ciudad por aquel puente, pasando por encima de los autos que allí habían, cargando de sobremanera una parte del puente, las luces de los autos iluminaban aquel día tan oscuro, gritos, llantos, desesperación.

De pronto una parte del puente cae, arrojando toda una fila de autos al vacío, yo me subo a un auto que arranca a toda velocidad por el espacio que dejaron los caídos, lo ultimo que veo es a mi hermano por el vidrio de atrás, su imagen se aleja muy rápido, estira su mano, veo su cara y se que debo continuar, nunca mas lo vuelvo a ver. Mi primo al volante y a gran velocidad empieza a esquivar a los autos que estaban delante de nosotros estamos a un paso de entrar cuando en una mala maniobra estrella el auto, pero lo habíamos conseguido, entramos a la ciudad. A el tampoco lo vuelvo a ver mas.

Una vez en la ciudad corro para llegar al departamento, sin saber bien lo que encontrare ahí, lo único que se, es que tengo que llegar a el, las imágenes son muy rápidas, no me siento cansado ni nervioso, pero quiero llegar. En la carrera me topo con un niño pequeño, que me dice que debo entrar a un edificio, corro por la entrada hasta llegar a un pasillo muy largo, una única puerta adorna el escenario, al final del pasillo la puerta roja se asoma, cuando entro me encuentro con un cuarto con poca luz, negros son los muros, y en sus paredes, globos y mascaras alusivas a Halloween , calaveras y calabazas, veo gente extraña, como yo en algún momento de mi vida, vampiros y góticos, con sus ropas extrañas, me miran fijamente a la cara y me siguen en todos mis movimientos, me siento extraño, de pronto el niño aparece, yo lo miro y le digo-yo no tengo que estar aquí!, salgo corriendo de vuelta por aquel largo pasillo, que esta vez se hizo mas largo aun, un sentimiento de excitación me aborda, por primera vez en mi sueño me veo preocupado, logro salir del edificio y sigo corriendo, atravieso la ciudad destruida y en ruinas, basura, vidrios rotos, fuego, miedo y desesperación es lo que veo, avanzo hasta que logro llegar a la orilla de algo que parece un gran lago, en el medio, se alza el edificio sumergido hasta la mitad, desde lejos puedo ver el espacio que antes ocupaba el cuarto en el que viajamos por la ciudad, pero cientos de metros me separan de el, al parecer el suelo alrededor del edificio había hecho un gran hoyo, se veía el agua, cristalina aun, cubierta por escombros y cuerpos de personas que habían muerto seguramente con la primera ola, madera, basura, concreto y toda clase de cosas que no alcanzaban a obscurecer el agua, me lanzo para llegan nadando a la ventana, el agua había llegado junto a la ventana del tercer piso y se podía ver el cuarto que faltaba, que estaba miles de kilómetros mas lejos.

Cuando logro llegar al departamento entro por una ventana rota, miro todo a mi alrededor, lentamente repaso los muros, los pilares gastados, el techo roto, la madera colgando, grietas y escombros, siento una paz que me llena el ser, cierro los ojos y me relajo, siento el sol calido mientras se esconde, miro el horizonte, y despierto…