sábado, 23 de mayo de 2015

Violeta.

De cara alargada sentada, saliva tragaba. Violeta no cantaba,  garganta apretada.
Miró, pensó, negó y lloró...
Se levantó, caminó y se cansó, en la cama recostó, acomodó y durmió.
Esperaba acostada al Ada de su sueño sacara y ayudara a que aquel mal no aquejara.
Dolorosos rotos todos los huesos astillosos, sollozos insonoros.
A falta del Ada, la muerte anunciaba esa noche cobraba deuda atrasada.
Ojo soltó lágrima que cayó, por su cara rodó, arrugas recorrió, mejilla humedeció, aire atravesó y al suelo cayó.
El Ada atrasada sin queja miraba a Violeta acostada, la Muerte cobraba...
deuda saldada.

Ella

Absorta se quedó en medio de la habitación mirando el desorden de una tarde de pasión y sexo, lujuria y desenfreno, el olor se podía sentir desde las habitaciones más lejanas,  aun podía sentir el húmedo juego de su lengua sobre su vagina, el recuerdo aún la provocaba, mordió su labio levemente y dejó llevar su mente sólo un instante más.
Recordó su pechos, igual a los de ella, su vagina también igual a la de ella, sus manos pequeñas y caricias suaves, la forma de su cintura que no hacia más que invitar a tocar sus nalgas, un recorrido mental una ultima vez por su vulva, lugar donde descansaba una vez acabado el sexo oral, mientras el recuerdo le subia la temperatura, acarició una vez más vagina, subió rápidamente a sus pechos, el pelo hasta la nuca, donde con un movimiento rápido de la cabeza sacó los recuerdos de aquel encuentro,
-sal de mi cabeza, por favor!-se dijo mirando el techo.
La hora avanzaba, había que ordenar, su esposo llegaría pronto.