martes, 16 de abril de 2019

Una vida

Esa canción me provoca nostalgia.
Tiene un sabor muy propio, sabe a amarillo, a niñez, a arena, a tibio.
Tengo 6 años, es un día de otoño de esos donde el sol ilumina más no calienta demasiado, está pronto a atardecer, yo estoy en una plaza jugando en la caja de arena, detrás mío hay uno de esos juegos metálicos con forma de iglú, tengo puesto ese chaleco verde de lana con un conejo en el pecho que mi madre tejió, ese que apretaba la cabeza y las orejas cuando me lo ponía, no hay ruido, me veo a mi mismo, alejado unos metros y desde la altura del suelo.
Frente a mi está ella, una niña, juega conmigo, no sé quien es pero si sé lo que representa.
Esa canción me provoca nostalgia.
Mi visión gira a nuestro alrededor lentamente mientras suena la canción, juegos de cámara, de desenfoque, como una película de autor, o algún vídeo musical.
Estoy dudando si la palabra es nostalgia, lo que acabo de describir, esta visión nunca sucedió, cada detalle fue implantado de forma consciente, no es un recuerdo pero podría jugar que se siente igual que uno.
La canción me provocaba algo, e intenta  evocar alguna emoción, pero fui incapaz de encajarla en algún lugar, así que invente un recuerdo.
Y quizá suene algo triste, pero no es el único.