martes, 6 de agosto de 2019

Lo que le falta al tiempo (libro)

Extracto:

Un aguacero repentino se desató y fue bañandola hasta empaparle los huesos, su abrigo de lana destilaba agua, se largaba con el peso, cedía, se extendia ramificado, sembrandose en la acera como una enorme raíz. Sus pies seguían sin moverse.
Las lágrimas de Mazarine se fueron mezclando con la lluvia mientras Cádiz desaparecía del cristal, una sensación de orfandad y rabia la fue invadiendo agitandole el alma; sollozos crecían y la soledad se alargaba con su abrigo, sus raíces se clavaban en el cemento, era un árbol abandonado en medio de la nada. De repente el cielo se enfureció lanzando relámpagos frenéticos, espadas de plata que terminaron formando a su alrededor un círculo de luces y sombras que parecía protege. En su interior había dejado de llover.